lunes, 21 de junio de 2010

Postales rotas

Casco histórico: patrimonio arquitectónico

Mario Roberto Alvarez, Clorindo Testa, Carlos Moreno, Fabio Grementieri y Horacio Schlauch opinan sobre los criterios de intervención en las nueve manzanas que componen el área más antigua de la ciudad de Buenos Aires.

Foto:Esteban Mazzoncini

Entre 1999 y 2005, ocho edificios de diferentes épocas en el microcentro se declararon monumentos históricos, marcando el comienzo de un período de preservación en la historia de la zona bancaria por excelencia, que restauradores como el arquitecto Fabio Grementieri (Baez Carena Grementieri) celebran como un paso hacia el fin de las "interferencias depredatorias del patrimonio cultural". En el siglo XIX, las nueve manzanas que hoy se conocen como la city porteña componían una ilustre área residencial donde nació Buenos Aires, y hoy no queda casi nada. Pero paradójicamente, observando la historia, es posible suponer que su riqueza patrimonial sea resultado de los mismos criterios de intervenciones que ahora se intentan evitar. Horacio Schlauch, historiador y guía del Museo Histórico del Banco de la Provincia, cree que el proceso de demolición necesario para crear la zona bancaria destruyó un valioso patrimonio cultural. Según su opinión, "la zona podría estar usando este casco histórico" si se hubieran refuncionalizado las viviendas antiguas para la vida contemporánea".
La idea de conservar la fachada del Banco español para la Torre de Banco Galicia tiene un caso análogo, inaugurado también en 2006 en New York . Foto:NYT

Este pensamiento refleja el eje filosófico de los restauradores, que sin el pasado no hay identidad. Pero considerado desde el presente, se destaca la ausencia de otro componente necesario: el futuro. Si grupos de arquitectos hubieran conservado la zona cuando en 1896 la mayoría de la población residencial se fue por la fiebre amarilla, no habría la diversidad arquitectónica bancaria que hoy se considera tan valiosa; hubieran rechazado la oportunidad de desarrollar y ampliar una tradición arquitectónica que recién empezaba.

De lo contrario, se formó una historia de regeneración que no terminaría con el establecimiento de una zona financiera, cuyos primeros edificios fueron los de los arquitectos Hans Schroeder y Henry Hunt, de quienes sólo sobreviven dos, que están protegidos como monumentos históricos: la ex Bolsa de Comercio de Buenos Aires, actual Museo Numismático del Banco Central José E. Uriburu, de mediados del siglo XIX (San Martín 216), y el original Banco Hipotecario de la Provincia de Buenos Aires, de 1876, actual sede del Banco Central de la República Argentina (San Martín 275).

Otros dos, los antiguos bancos de la Provincia de Buenos Aires y de Londres y Río de la Plata, también representaban patrimonio arquitectónico, y probablemente serían monumentos oficiales si no se hubieran demolido y reemplazado por otros modernos: el racionalista Banco de la Provincia de Buenos Aires, de Sánchez, Lagos y de la Torre (1957), y el brutalista ex Banco de Londres, de Clorindo Testa y Sepra (1966), que llegarían a ser declarados monumentos históricos por ser elementos vitales del muestrario arquitectónico de la City.

Testa, que piensa que "los edificios vivos tienen que cambiar la función", incluso renovó su propio banco en 1999. Otro monumento histórico del área actual, el Museo Histórico del Banco de la Provincia, también es el resultado de la demolición de un edificio preexistente.

La última adición a esta trayectoria de regeneración fue la construcción de la torre del Banco Galicia (proyecto del EstudioMRAyA) en la sede del Banco Español, que fue demolida salvo dos trozos de la fachada. En parte, el énfasis puesto en proteger el área surgió por la oposición pública a aquella demolición. Pero en cuanto a la historia arquitectónica del microcentro, quizá la noción que refleja mejor el espíritu revisionista es la postura del arquitecto Carlos Moreno, que en ese entonces sugirió que era "preferible demoler todo y hacer un edificio que se convirtiera en patrimonio histórico dentro de veinte años." Fabio Grementieri piensa que esta torre representa un fracaso del planeamiento urbano, lo que pasa cuando no se respeta la historia. Pero no hay que olvidar que el repertorio arquitectónico que caracteriza el microcentro como patrimonio también surgió de lo que hoy muchos considerarían faltas de respeto a la historia.

Maquetas del casco histórico en el Archivo y Museo Histórico del Banco de la Provincia de Buenos Aires (Sarmiento 362/4), que comparan la situación actual y cómo era en 1880 . Foto:Esteban Mazzoncini

Por Gustavo Gordillo
Especial para LA NACION

Banco de la Provincia de Buenos Aires, San Martín 137

Edificio original: arquitectos Henry Hunt y Hans Schroeder (1866-1874)
Estilo: renacimiento italiano.
Ampliaciones sucesivas: Mario Palanti (1913-1916), Luis B. Roca, Paul Hary.
Edificio nuevo: Sánchez, Lagos y de la Torre (1935-1957)
Estilo: racionalista

Banco Hipotecario, Reconquista 101

Edificio original: arquitectos Henry Hunt y Hans Schroeder (1869)
Estilo: neoclásico.
Edificio nuevo: arquitectos
Clorindo Testa y Sánchez Elía, Peralta Ramos, Agostini (1966, remodelado en 1999)
Estilo: brutalista

“Cuando los edificios siguen funcionando, están vivos, y tienen que cambiar la función; un edificio vivo se va transformando”
Clorindo Testa
Coautor del Banco de Londres y encargado de su posterior remodelación

“Hay que tener muy claro los valores de los edificios, qué se puede sacrificar y qué no, hay que tener convicciones”.
Fabio Grementieri
Arquitecto y especialista en patrimonio arquitectónico

“Los restos de la fachada del Banco Español no son una solución efectiva al problema de la preservación. El resultado es insatisfactorio. Probablemente, la situación actual no satisfaga a nadie. La existencia de estos restos de la vieja fachada del Banco Español impide la integración del espacio librado al uso público con el espacio público circundante y el atrio de la iglesia de La Merced. Creemos que hoy lo mejor es eliminar los restos del viejo edificio con el fin de maximizar los espacios públicos.”
Mario Roberto Alvarez
Titular del estudio MRAYA, proyectista de la Torre Banco Galicia (2006)

Otros monumentos

Standard Bank (ex BankBoston), Florida 99, Monserrat

Casa Central del Banco de la Nación Argentina , Avda. Rivadavia 317, San Nicolás

Cabildo de Buenos Aires , Bolivar 65, Monserrat

Casa de Gobierno , “Casa Rosada”, Balcarce 50, Monserrat

Catedral Metropolitana , Avda. Rivadavia 437, San Nicolás

Congreso de la Nación , Avda. Entre Ríos 51, Balvanera

Casa de la Cultura (ex Diario La Prensa), Avda. de Mayo 575, Monserrat

Palacio Barolo , Av. de Mayo 1370, Monserrat

Basílica Nuestra Señora del Rosario , Convento de santo Domingo, Defensa 422, Monserrat

Ex Casa de la Moneda , Defensa 628, San Telmo

Pirámide de Mayo, Plaza de Mayo , Avda. Rivadavia y Balcarce, Monserrat

Museo Numismático del Banco Central José E. Uriburu , San Martín 216

Banco Central de la República Argentina (Ex Banco Hipotecario de la Provincia de Buenos Aires), San Martín 275

Archivo y Museo Histórico del Banco de la Provincia de Buenos Aires , Sarmiento 362

Banco Río Anexo (ex banco Hogar Obrero), Bartolomé Mitre 567, San Nicolás

www.dgpatrimonio.buenosaires.gov.ar

COMENTARIOS


  • 6silviamontesVer perfil del usuario

    • 02.08.07

    20:51

  • Comparto plenamente lo expresado por Federico Muzi. Y quiero agregar que la arquitectura no es una moda, es arte y como tal, atemporal. Por supueso que toda obra de arquitectura tiene que tener los elementos tecnólogicos de vanguardia que hagan a la calidad de vida, pero una cosa es el habitat interior de la misma y otra es su contexto original, el respeto de la produccion artísica de quien la creo, en tiempo y forma y, hasta tanto sea posible debera resguardarse hasta sus últimas consecuencias. Las modas pasan...el arte no. Y pretender encuadrar una obra de arquiectura en una mera consrucción es un error en el que caemos en la actualidad y, sobre todo en nuestro país ya que en otros lugares del mundo, sobre todo en Europa se respeta hasta ultranza la expresión arquitectónica original. Un pueblo, una ciudad, una urbe deben tener una identidad, la que le dan el respeto por su historia y su arte, no me imagino el mundo de hoy si a los egipcios se les hubiera ocurrido destruir las pirámides para alli consruir rascacielos, ya que estas estaban obsoletas. En un mundo donde, ademas empieza a cuestionarse que sin planificación las megaciudades entraran prontamente en crisis, no podemos detenernos en pensar que si este edificio lo bajamos o no de acuerdo a opiniones que me resultan arbitrarias. Los arquitectos, tenemos la obligación de conducir en lo que hace al arte de construir, de generar belleza habitable, por favor, entremos en razón y sepamos evaluar el entorno y sus consecuencias. Tenemos un legado maravilloso que nos dejaron nuestros antecesores. Sepamos estar a la altura de ellos. Hagamos arquitecura. Hagamos arte. Enseñemos belleza y no modas en nuestras Universidades y formemos arquitectos y no mecanos. Arq. Silvia Moneseirin. montesarquitec@hotmail.com
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  • 5rfrippVer perfil del usuario

    • 02.08.07

    00:56

  • Este es un mensaje para María Sanguinetti. Creo que una institución que hará un excelente uso de la documentación que ud. posee es el CEDODAL (Centro de Documentación de Arquitectura Latinoamericana), dirigido por el Arq. Ramón Gutierrez y la Dra Graciela Viñuales. En http://www.cedodal.com podrá hallar las exposiciones que han realizado sobre algunos de los arquitectos fundamentales que trabajaron en nuestro país, para lo cual reunieron documentación que en muchos casos se encontraba en poder de los descendientes de aquellos.
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  • 4whiskyVer perfil del usuario

    • 01.08.07

    23:05

  • El artículo: ¿Postales rotas¿, ha sacado a relucir algo que siempre me ha perturbado. Hoy intento compartirlo con ustedes. Se trata de la integración de la arquitectura moderna con aquellos viejos edificios de nuestra ciudad, edificios públicos y privados que alguna vez han dado razón al mote: ¿Buenos Aires, la París de Latinoamérica¿. Entonces podemos ver cómo muchos de estos nobles edificios son ¿intervenidos¿ por profesionales de la arquitectura, quienes tratan de integrar la vieja arquitectura con la contemporánea, aquella que postula al vidrio espejado como estandarte, arquetipo mal entendido que es utilizado sin discreción, esgrimido como sinónimo de modernidad. Vemos pues como se conjuga la exquisita y ecléctica arquitectura europea de otros tiempos con volúmenes vidriados, antojadizos, que desbaratan la armonía del conjunto. También emplearán para su cometido pinturas con fuertes contrastes, suprimirán exquisitos ornamentos y, no conformes con ello, dejarán en corte abrupto parte del estuco moldeado a la vista de todos, insinuando, con ironía, que un arquitecto cometió la heroica tarea de rebautizar al edificio con modernidad. Otra intervención al patrimonio arquitectónico de los argentinos, no menos grave, es cuando nuevos edificios surgen en el skyline porteño. Pero no pueden ser festejados si dañan al entorno. Buenos Aires era una de esas ciudades dónde uno se situaba en medio de una plaza y podía imaginar que estaba en París, en Madrid o en Roma. Edificios públicos de marcada inspiración se erigían frente a una plaza; luego iban surgiendo en sus lados otros tantos edificios que, a una escala más pequeña, igualaban en dignidad a la de aquel. Entonces, un paisajista de renombre diseñaba la plaza con notable dedicación y el resultado del conjunto era prodigioso. Un edificio con piel brillante erigido en torno a una plaza o avenida, cuyas construcciones datan de otras épocas, trastocan el lenguaje arquitectónico que pensaron arquitectos, urbanistas y paisajistas de aquellos tiempos; lo hiere definitivamente con la gracia impertinente de quienes creen que la arquitectura debe ser meramente apabullante, reduciendo su responsabilidad a llenar un espacio sin siquiera intentar integrarlo al conjunto. Que no haya surgido en Buenos Aires, ciudad más que propicia para su nacimiento, una arquitectura propia que integre el presente con el pasado de una manera auténtica (no haciendo, meramente, un simple collage de estilos), tal vez se deba al miedo de muchos profesionales por ser acusados de copiar el pasado¿ el ¿qué dirán¿; dicho popular. El resultado: terminan uniendo agua con aceite. Hay cierta cobardía en ellos. Se visten de vanguardia porque quieren ser llamados tales y, al no tomar riesgos, sus preocupaciones se concentran en terminar una obra y pasar a la siguiente, aun si esto implica acabar con buena parte del patrimonio urbanístico. Sin riesgos no hay innovación, créanlo. El futuro debe, necesariamente, irrumpir nuestro presente con la vitalidad y la potencia creativa que todo lo nuevo conlleva, pero esto debe suceder sin dañar el legado que otros hombres, verdaderos prohombres de la arquitectura, quisieron legarnos con la generosidad de otras épocas, cuando había amor por el arte y lo metálico quedaba resignado a ello. Respetar los edificios y los espacios ya consagrados¿ ésta es la conclusión, nada novedosa por cierto. Me pregunto sinceramente: ¿por qué tirar abajo para construir lo nuevo?, ¿por qué no dejar lo viejo tal cual está y generar el espacio adecuado para construir el futuro? Como la culpa nunca es patrimonio de una sola persona, no todo es culpa de los arquitectos. Quienes piensan la ciudad (Jefe de Gobierno y cuerpo legislativo), son culpables por no generar espacios para que la nueva arquitectura nazca y conforme el nuevo skyline porteño. Todas las construcciones se aglutinan en barrios ya saturados, dañando la calidad de vida de todos y destruyendo el patrimonio urbanístico de la ciudad, y esto pasa porque nadie es lo suficientemente capaz para generar polos atractivos y promover con ello nuevas inversiones en zonas con poca densidad demográfica (nuevos distritos, enclaves urbanos) Mudar el puerto a la provincia, por ejemplo, podría generar un nuevo espacio urbanístico que sea capaz de descongestionar las inversiones en bienes raíces. Por su extensión, y con un cuidado planeamiento, los terrenos allí podrían estar a precios acomodados, accesibles a la clase media alta. Villa Lugano es otro foco importante. Solo falta imaginación para generar contextos atractivos, sinérgicos, que atraigan inversiones; planeamiento urbano que no tenga como meta la rentabilidad a través de los altos valores de los terrenos sino, por el contrario, que apunte a modificar, para bien, el esquema urbano de la ciudad. Con la aparición de nuevos barrios y distritos, dejaríamos de dañar el patrimonio urbano con el que todavía contamos. En definitiva; hoy por hoy estamos borrando el pasado, o lo estamos revistiendo con brillos, y esto es algo muy propio de nosotros: es querer gritar más fuerte para tapar las voces de otros que nos tratan de hablar mediante una arquitectura histórica. Debemos dejar de caer en esa tentación peligrosa¿ ¿Cómo? Con creatividad, iniciativa y, sobre todo, un examen de conciencia individual y colectivo. federicomuzi@gmail.com


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