Escuela cusqueña. Sagrada Familia con San Juanito, 1730-1760
Escuela cusqueña. Virgen del Rosario con dos santos, c. 1750
Escuela cusqueña. Arcángel Eliel con arcabuz, 1690-1720

Cristóbal Lozano. Tránsito de San Camilo de Lellis, c. 1762









Proclamación de la Independencia
José Gil de Castro y la transición
La proclamación de la independencia en 1821 anuncia el fin del dominio español en América y la inauguración de una nueva etapa en la historia del país. Pero este dramático cambio político no fue acompañado por una transformación similar en el ámbito cultural. Por lo general, los artistas continuaron con los esquemas y tradiciones establecidos durante la época colonial.
El pintor José Gil de Castro, representado en el museo por su Retrato de Mariano Alejo Alvarez y su hijo (1834) consiguió dar forma a una nueva sensibilidad pictórica. Creador de la imagen pública de los libertadores, Gil de Castro supo adecuar la tradición retratística colonial a las nuevas exigencias de su época.
Ante él posaron los principales actores de la Independencia y en especial los letrados y mandos medios militares que conformaron la nueva clase dirigente de la joven República. Con la muerte de Gil de Castro (c. 1840) y la simultánea desaparición de otros retratistas formados en la tradición colonial, se cierra un capítulo en la historia del arte peruano. Aparece por entonces una nueva generación de artistas, como Francisco Laso, Ignacio Merino y Luis Montero, quienes, a diferencia de los artistas coloniales, procedían de la clase media y alta.
Academismo
Es aquella corriente que favorecía la realización de obras de arte siguiendo estrictamente los lineamientos que por entonces dictaban las academias y escuelas de arte parisinas. En nuestro medio, no fueron muchos los artistas que lograron entrar en contacto con aquellos centros de estudio europeos. Entre ellos, sobresalen Ignacio Merino, Francisco Laso y Luis Montero.
Ignacio Merino
La lectura del Quijote
Tras recibir una formación europea, Ignacio Merino (1817-1876) llega a Lima hacia fines de 1838. Entra directamente a la enseñanza impartiendo cursos de dibujo en varias escuelas, pero sobre todo en la Academia de Dibujo que funcionaba en la Biblioteca Nacional. Gracias al prestigio que le daba haber estudiado en Europa, Merino alcanzaría un aura de autoridad que lo convertiría en el maestro de toda una generación, la de Laso, Montero y Masías. Influido primero por el interés pintoresquista europeo y luego por la presencia en el Perú de artistas viajeros como Léonce Angrand y Juan Mauricio Rugendas, Merino creará una serie de apuntes sobre tipos, paisajes y costumbres de Lima. Son estas obras -que forman una contraparte visual del costumbrismo literario- las que tendrán mayor resonancia en el arte peruano de la década de 1840.
Francisco Laso
Las tres razas o La igualdad ante la ley
La colección de obras de Francisco Laso (1823-1869), procedente en su mayor parte de la donación "Memoria Prado", es una de las más completas en existencia. Laso fue el primer pintor que intentó crear una tradición pictórica local en base a las tradiciones académicas europeas en las que había sido entrenado. La lavandera (1858) es un lienzo representativo del intento de Laso por crear una pintura de tema nacional con medios académicos. El lienzo nos muestra una lavandera limeña en plena actividad, tendiendo la ropa a secar ante el paisaje típico de los techos limeños. A diferencia de otros pintores costumbristas que representaron los usos y costumbres del país en un tono ligero, Laso otorga en este lienzo un aire de solemnidad a un tema de la vida cotidiana. El entierro del mal cura (c. 1863) es otra importante obra de Laso que representa una tradición local.
Luis Montero y la pintura de tema histórico Los Funerales de Atahualpa
De la generación de Laso -que incluye a pintores como Francisco Masías (1838 -1894), Juan de Dios Ingunza (1824-1874) y Federico Torrico (1820-1879), Luis Montero (1826-1869) es quizás el artista académico de mayor trascendencia en el medio local. Becado en 1849 por el gobierno peruano para realizar estudios en Europa, Montero regresa al Perú en 1851.
Exhibe entonces su Venus dormida, quizás el primer lienzo de desnudo en la pintura peruana.

Su presencia en el Perú se verá continuamente interrumpida por viajes de estudio al extranjero. De los pintores peruanos del XIX, Montero es el más influido por el academicismo y el que practicó con mayor insistencia la pintura de tema histórico. A diferencia de Laso, trabaja la alegoría pura y la narrativa pictórica; de manera más enfática que Merino, y siguiendo la línea más tradicional de la pintura del XIX, opta por darle un tratamiento noble a esos temas elevados que se expresan en actos heroicos.
Prueba de ello es el famoso lienzo de Los Funerales de Atahualpa que se exhibe en el descanso de las escaleras posteriores del museo. Pintada en Florencia en 1867, la obra fue exhibida en cada puerto que tocaba en el trayecto hacia Lima: Río de Janeiro, Montevideo, Buenos Aires. Quizás sea ésta la pintura más importante de tema histórico realizada en el Perú, y su influencia se dejó sentir en los pintores de fines de siglo pasado como Ramón Muñiz, Juan O. Lepiani (1864-1943) y José Effio (1845-c. 1920).
De estos últimos el museo guarda varios ejemplos de pintura de tema histórico entre los que cabe destacar La muerte de Pizarro (1878) de Ramón Muñiz, artista español radicado en el Perú.
Neoacademismo
Surge en Europa como una nueva propuesta plástica que, bajo la influencia del impresionismo parisino, plantea una temática más libre, un mejor tratamiento de la luz, dejando de lado la búsqueda de la perfección en beneficio de la creatividad del artista. En nuestro medio, fueron muchos los pintores que optaron por esta nueva tendencia; entre ellos destacan:
Daniel Hernández
(Huancavelica 1856 - Lima 1932) ha sido considerado como el gran maestro de la pintura nacional.

A él debemos el inicio de la formación de los artistas ya que fue invitado aformar la Escuela de Bellas Artes como centro de estudios y formación. Su trabajo se distingue por el equilibrio permanente entre el dibujo y el colorido y por la excelencia de su diseño hasta en los mínimos detalles. Con una cierta preferencia por los temas históricos, destacan La muerte de Sócrates, Capitulación de Ayacucho, Apoteosis de Ayacucho, Saludo al presidente Leguía, Retrato de dama, Dama en el Campo, Retrato de un Inca, Mujer cargando un ganso y Mujer cargando leña.
Teófilo Castillo
(Carhuaz 1857-1922), fue el primer crítico de arte en nuestro medio; sus comentarios acertados y a veces ácidos, le granjearon admiradores y no pocos detractores. Como artista, gran parte de su obra está vinculada a la reminiscencia de la Lima virreinal, destacando su preferencia por las tonalidades graves, al manejo casi lírico del color, como se aprecia en Interior de iglesia, La Procesión del Corpus Christi, El asesinato del marqués de Aguas Claras, conocido también como La muerte del conde de Nieva y Autorretrato. Enmarcó en sus obras los paisajes naturales del interior del país, en los que imprime un exuberante colorido y la fuerza de su paleta que le permite captar con extraordinaria luminosidad algunos detalles del ambiente andino, como se ve en Paisaje del Huascarán, Paisaje nevado y Paisaje de la Laguna de Llanganuco.
Carlos Baca Flor
(Arequipa 1867-1941) sobresalió por el buen manejo de la técnica del retrato, llegando a obtener reconocimiento internacional en este campo, prueba de su habilidad son La vocación natural, Anciano sentado en un sillón, El notario en la venta de títulos, Dios mío qué solos se quedan los muertos, Cabeza de anciano, Perfil de niño, Paisaje de río con botes, Autorretrato y Regina Virginum, este último trabajado sobre pergamino y dotado de un marco de madera íntegramente policromado.
A partir de la relación que tuvo con artistas de la nueva generación en París logró desarrollar una extraordinaria soltura y calidad plástica, expresada con visible libertad en los múltiples bocetos y dibujos que realizó y que nos hablan de un profundo conocimiento de la anatomía y de la esencia del género humano.
Francisco Masías
(Lima 1838-1894) trabajó con notoria inclinación por el retrato y temas de tipo histórico, así como por los bodegones y los paisajes. Ente sus obras tenemos Niña campesina, Escena pastoril y Paisaje con cascada.
José Effio
(1840-1907), concentró su interés en temas locales y supo captar algunas costumbres de la Lima de fines de siglo e imprimió a sus composiciones un sentido de humor, sobresaliendo la alegría y el colorido de sus cuadros. La venganza de Cornaro pone de manifiesto el manejo del claroscuro es propio de academia.
Alberto Lynch
(Trujillo 1851-1936) extraordinario exponente del Neoacademismo y con una clara tendencia romántica, vivió y triunfó en el ambiente parisino; en la academia de Buggereau aprendió las técnicas del retrato, logrando extraordinarios lienzos llenos de elegante textura y perfección técnica y cromática. Los óleos Retrato de dama y La despedida ponen de manifiesto su habilidad como retratista. El óleo le permite hacer del dibujo fino y de la pincelada firme las herramientas más notable de su producción, destacando los detalles del entorno, para captar y rescatar la luz.
Francisco Canaval
(Lima 1877-1911) desarrolló con gran habilidad el manejo de los fondos oscuros, en los que a veces se distingue apenas, las figuras que desea resaltar. Hombre con botella, Mestiza durmiendo y Anciano sentado frente a cuadro, vinculan su obra a la escuela del gran Rembrandt.
Enrique Domingo Barreda
(Lima 1879-1944) su obra logró superar los estrechos límites del Neoacademismo, composiciones como El rabí manifiesta el enfrentamiento que vivían los artistas entre la excelencia del dibujo y la ausencia del color. Ya en Europa optó por una pintura al aire libre, logrando obras de gran soltura, equilibrio y vivacidad, por ejemplo Marina o Barcas y Monte Cucco, se nota su preferencia por el tema paisajista.
Mario Urteaga
(Cajamarca 1875-1957), centró su atención en plasmar escenas de la vida diaria de su pueblo; no obstante ser autodidacta, se le considera un precursor del indigenismo. Retrata con sobriedad y equilibrio el mundo rural en el que vive, sin olvidar escenas de la dramática realidad del medio campesino. Obras suyas son Captura de un abigeo y Paisaje o Escena campestre.
Otras Pinturas:

Los Trece del La Isla del Gallo


Los Funerales de Atahualpa por Luis Montero
Por Laurie Waters

La pintura "Los Funerales de Atahualpa" por el famoso pintor peruano Montero, exhibe muchos atributos del estilo que en su libro "Vision, Race, and Modernity" llama "Inca Operatic." (Esto significa que los artistas no mostraban la raza de los indios por efectos exteriores como el color de la piel, rasgos étnicos, vestiduras indígenas, o haciendo costumbres nativas. Los indios aparecían como europeos en todos aspectos.) La pintura está dividida en dos partes iguales. La izquierda exhibe el estilo romántico, con mucha emoción, movimiento, y con figuras arremolinadas. Este lado tiene todos los indígenas, con la excepción notable de Atahualpa. Pero también, este lado tiene aspectos del estilo clásico.

Aunque las mujeres son indias, aparecen como mujeres italianas vestidas con túnicas, con la piel blanca, y el rostro con rasgos europeos. Las mujeres Incas en esta pintura simbolizan el mito las princesas del sol. En contraste, el lado derecho es muy austero con figuras verticales que son reflejadas en las formas inanimadas de las velas, las armas, las banderas, y las columnas. Las expresiones son graves y toda la gente es de origen europeo. Este ambiente de calma simboliza la razón y el orden del estado frente a la pasión y incapacidad de pensamiento de los indios, de acuerdo a las ideas del momento sobre los indígenas.
Es significante que la única persona que no aparece europeo es Atahualpa. El es moreno con un rostro indio y ropa Inca. Tiene el tocado tradicional de los reyes Incas, con la pluma y borla roja. También, tiene pendientes grandes de oro. Otro hecho interesante es que Atahualpa está encadenado a la cama por su muñeca. Hay una tensión en la pintura entre los puntos de vista de Atahualpa como un rey venerado con mujeres llorándole y nobles rodeando su cama de muerte y de Atahualpa como un indio inferior, con cara oscura y como un prisionero. Esto me sorprendió. Pensé que el estilo de la "Inca Operatic" no había durado hasta los años 1850. Tal vez, la pintura empieza a ver a los Incas como indios primitivos y por eso, tiene ambas ideas de las Vírgenes del Sol (que son representadas como europeas) y los indios inferiores por su piel morena, costumbres bárbaras, y estupidez imaginada.
Francisco Laso
EL COSTUMBRISMO
Estilo de singular importancia en el panorama de nuestra pintura contemporánea, el Costumbrismo se convirtió en la expresión de la realidad netamente peruana, abordando con simpleza y calidez las escenas de la vida cotidiana de la Lima del siglo XIX.
El máximo exponente de esta corriente es Pancho Fierro, mulato y autodidacta de quien se a conservado una gran cantidad de sus obras pero pocos datos sobre su vida. Sabemos que nació hacia 1870 y le tocó vivir importantes momentos de nuestra historia; la lucha por la independencia, el nacimiento del nuevo estado, la organización de la sociedad y el surgimiento de nuevos patrones de vida.







Reconocido como observador acucioso, Pancho fierro plasmó a través de la acuarela sobre papel, su visión del hombre, de los oficios, de los ritos y de las costumbres que crearon tradición local. Su obra se caracteriza por le sentido de movimiento que encontramos aún en el trazo de un dibujo imperfecto y por la habilidad con que captó actitudes y gestos que lo han convertido en el artista que nos ha legado el más vivo testimonio de la Lima del 800.
Si bien han quedado vestigios de la venta que realizaba de sus acuarelas, debemos asumir que su movimiento principal fue el captar la realidad cotidiana de una sociedad que iba evolucionando e incorporando a su manera de ser, patrones y costumbres extranjeras que crearon ese curioso mestizaje que es nuestra realidad criolla.




Seminarista persiguiendo a un perro

Sirvienta despulgando a su ama

Vendedora de frutas

Fundador del movimiento indigenista, contribuyó grandemente a la evolución plástica nacional. Viajó a Europa, donde afianzo su vocación y definió su estilo, y luego pasó una larga temporada en Argentina, estando en contacto con el arte vernacular. Ya en Cusco, definió su preferencia por el hombre andino y su entorno. Su decidida tendencia hacia temas nacionales, se afianzó más aún, luego de su viaje a México, en donde descubrió el singular poder del mural, reafirmando su preferencia por lo relacionado a lo nacional, vernacular y a lo propio. El impacto de la propuesta sabogalina marcó una honda impronta en la generación de artistas de su tiempo, no hubo artista que pudiera abstraerse a la fuerza de la corriente innovadora la misma que, por su misma energía y novedad, motivó la adherencia o el rechazo de los contemporáneos. Si bien la obra de Sabogal es prolífica y variada, vale la pena destacar algunos óleos como Las llamas, Hilandera, Ingreso al convento de Ocopa, Anita y Plaza de Huancavelica; acuarelas como Amancaes y grabados sobre madera en los que plasmó costumbres, detalles arquitectónicos y tipos humanos como Cholita, Indiecita, El alcalde de Chinchero, El arriero, El escribano, Taitacha temblores, etc.






Julia Codesido
(1892-1979) vinculada al indigenismo, sin apartarse de la temática vernacular sus creaciones van evolucionando: del indigenismo puro, hasta la abstracción; entre sus obras tenemos Mujer, Picos nevados, Morena limeña y Tapadas limeñas.


Encontramos a una generación de artistas plásticos, vinculados al indigenismo, pero no forman parte del entorno directo de Sabogal, y nos permiten tener una visión general del desarrollo, evolución y madurez de la pintura nacional.
Felipe Cossío del Pomar
(Piura 1889 - Lima 1981) sus ensayos estuvieron orientados al arte popular, precolombino, colonial y cusqueño. Niña Chola, es un óleo que lo vincula al indigenismo más por el tema que por los rasgos estilísticos.
Antonino Espinosa Saldaña
(Lima 1893 - 1969) seguidor de Teófilo Castillo, en sus óleos La Huega y Paisaje de costa, ponen de manifiesto cierta fantasía en cuanto a la descripción de la naturaleza.
Wenceslao Hinostroza
(Jauja 1897-1975). En su Encañada de Chanchamayo, desliga lo pintoresco del paisaje para utilizarlo como un tema. Encañada de Chanchamayo
José Angel Rozas Fernández
(Cusco 1896) cuya obra figurativa y esencialmente cusqueña, perdura como testimonio de la riqueza arquitectónica de esa ciudad, por ejemplo en Interior de casona cusqueña.
Otros paisajistas destacados fueron los arequipeños Reynaldo Luza (1893-1978) trató el tema de la naturaleza de la costa peruana, lo que motivó a crear composiciones como Paisaje y El hoyo, y Enrique Masías (1898-1928) prefiere el paisaje urbano, citadino y regional. La Casa del Moral pareciera ser más una fotografía que una composición pictórica.
Francisco González Gamarra
(Cusco 1890-1972) destacó como acuarelista y dibujante. Viajó a New York en donde vivió durante 10 años, luego viaja a Europa a exhibir sus obras. El óleo Doña Leonor de Vasconcelos, es de corte academista, como lo fueron muchos de los retratos que elaboró y que se han convertido en los clásicos de su época.
Ricardo Flórez
(Lima 1893 - Tomaiquichua 1983) tuvo como maestros a Castillo, Hernández y Sabogal, su excepcional calidad se observa, en el impecable manejo del puntillismo, siendo el único artista que utilizó esa técnica alcanzando un extraordinario dominio de la luminosidad y las texturas. Ello se aprecia de manera especial en Mariacha, así como en Panorama de Armatanga, Calle de Tomaiquichua, Carreta de caña y Paisaje serrano, son obras ricas en color que significaron una importante novedad en el tratamiento del tema indígena y vernacular.
Jorge Vinatea y Reinoso
(Arequipa 1900 - Lima 1931) considerado como una de las glorias del arte peruano, tuvo como maestros a Hernández y Piqueras. En sus trabajos al óleo, Vinatea privilegia los temas locales y los paisajes, por encima de lo puramente retratista. Interior de Iglesia, muestra un dominio cromático propio de la escuela impresionista, lo que se observa también en Paisaje y Caballitos de totora, tema recurrente en la obra de Vinatea.
Manuel Domingo Pantigoso
(Arequipa 1900-1991)conocido como el poeta del color. Sus obras se ubican en dos grandes momentos en una predomina la actitud simbólica y esquemática de la realidad y el uso de la acuarela tenemos Titicaca, Calleja limeña y Cusco. En la otra se ocupa de la personalidad del ser humano, aplica la técnica del óleo como se aprecia en El Vino.
Pedro Azabache
(La Libertad, 1918) indigenista de la escuela sabogalina, que optó luego por expresarse con mayor libertad. Su obra Mochera representa a la típica mujer popular del norte del país, con expresión y rasgos fuertes.
Jorge Segura
(Lima 1918) ha sabido plasmar la riqueza y sensibilidad de la naturaleza peruana aprendida de Sabogal, sin haberse integrado al entorno íntimo del maestro. Ello se observa en sus obras Pueblo serrano y Dos personajes. Pueblo Serrano
Alejandro González
(Apurímac, Abancay 1900-1982) desarrolla una forma de estructuralismo geométrico, para aplicarlo a su sentir indigenista. En Mujeres indígenas, prefiere los colores fríos.
1 comentario:
ME GUSTO MUCHO LA INFORMACION GRACIAS....
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